jueves, julio 28, 2005

Controlar la religión. La Carta de la Tierra. Es hora de reaccionar: No se puede servir a dos señores.

Controlar la religión. La Carta de la Tierra
Pocas horas antes de la sanción de la ley que autorizó los llamados “matrimonios” entre homosexuales, el 19 de julio, la Canadian National Public Radio, es decir la radio del estado, presentó un proyecto de pseudo religión políticamente correcta. El expositor fue el profesor Bob Ferguson del Royal Military College que expuso el programa para "crear una legislación que regule la práctica de la religión”, controlando especialmente a la Religión Católica.

Ferguson, al mejor estilo masónico, llegó a reclamar la intromisión del Estado en la Iglesia para evitar que ésta “viole los derechos humanos excluyendo del sacerdocio a las mujeres; o calificando de inmoral a las uniones maritales que no sean entre un hombre y una mujer, etc”. Abogó para que se legisle un “código de práctica ‘ética’ de las religiones”, al que todas las confesiones religiosas y sus ministros deban adaptarse”.

Aludiendo a su profesión de ingeniero dijo que cómo se da un certificado de calidad a distintos procedimientos o productos, se debería hacer lo mismo con las creencias religiosas creando un "registro estatal de 'personas religiosas'” (n. de la r. políticamente correctas, con “certificado de calidad”). El código “debería velar para que los escritos y sermones fueran acordes con la ética tolerante, y además sancionar la incitación al crimen de odio (n. de la r. figura jurídica que el homosexualismo aprovecha), y regular los contenidos del trabajo misionero”.

La diosa Tolerancia
Las ideas de Ferguson en algunos pueden causar una sonrisa escéptica, pero, por ejemplo, tengamos en cuenta que en Canadá funciona ya en parte y sigue construyéndose un enorme complejo cultural educativo dedicado a la “Tolerancia”, para conmemorar el 20º aniversario de la firma de la Carta de Derechos y Libertades, promovida por el ex-primer ministro -de infeliz memoria- Pierre Trudeau, al que la comunidad gay venera como a un libertador.

El complejo cultural tiene como propósito inculcar los contenidos de la tolerancia progresista: el indiferentismo religioso, el relativismo moral, y la idolatría de la ley positiva.

El “templo” está destinado especialmente a alumnos de enseñanza elemental y media, que pasarán por allí obligatoriamente, recibirán cursos, clases, etc. Habrá seminarios para policías, militares y políticos jóvenes. Cuenta con un museo de “historia de la intolerancia”, en el que el catolicismo ocupa un lugar principal. Tendrá aulas dedicadas a los “campeones” de los derechos reproductivos, de los derechos sexuales y de los derechos de las parejas del mismo sexo.

El emprendimiento se llama Winnipeg’s Museum for Human Rights y su costo final será de 300 millones de dólares. Se encuentran entre los donantes: la Fundación Trudeau, Egale Canada, Equal Marriage for Same-Sex Couples, la Comisión Canadiense para los Derechos Humanos, la Misión Permanente de Canadá ante la ONU y la Women’s Legal Education and Action Fund (LEAF). También aportará el gobierno federal con dinero de los contribuyentes, lo mismo que una fundación israelí.

Sus fundadores son Maurice Strong, alto funcionario de la ONU y del Banco Mundial, con fuertes intereses económicos en el área de la energía y la explotación de la madera y otros comprometidos con Strong en el proyecto Carta de la Tierra, a la que llaman el nuevo decálogo para una Nueva Era. Entre ellos, Ted Turner, Mikhail Gorbachev, Al Gore, el ex-primer ministro Jean Chretien, y el actual primer ministro Paul Martin, autodenominado “católico comprometido”. (Remitimos a nuestros numerosos boletines sobre la Carta, entre ellos NG 659, 671).

Mas persecución
En el comunicado dado por la Conferencia Episcopal canadiense después de la aprobación de la ley inicua pro homosexual, los obispos reconocen que muchos “ciudadanos, incluyendo algunas autoridades, han defendido la verdadera realidad del matrimonio con gran valor y con un considerable sacrificio personal, incluso poniendo en riesgo sus propias carreras”.
Para confirmarlo, están los casos a los que nos hemos referido en los servicios anteriores -sólo botones de muestra- y ahora se le añade el de un nuevo funcionario que fue apartado de su cargo.

El ministro de justicia del estado de Saskatchewan, Frank Quennell, exigió la dimisión del comisionado de la localidad de Prince Albert, Bruce Goertzen, por no ser “servicial y dócil” para ser testigo de los llamados matrimonios entre homosexuales. Según el ministro, la actitud de Goertzen viola la Carta de Derechos Humanos. Poco tiempo atrás, en el mismo estado, se le había exigido la dimisión por el mismo motivo, a otro funcionario, Orville Nichols.

Los obispos también llaman la atención sobre que muchos católicos han sido cómplices en la sanción de la ley, (n. de la r. el primer ministro Martin, por ejemplo). (Recordemos que, en general, la corrupción moral “progresista” de Canadá, lamentablemente se debe a la actuación pública de muchos pseudo católicos. La rebelión eclesiástica frente a la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI en 1968, tiene mucho que ver en esto).

Tambien los bancos
Mientras tanto en el Reino Unido de Gran Bretaña, el Co-operative Bank de Manchester, obligó al grupo evangélico Christian Voice a cerrar su cuenta, ya que lo considera una asociación con fines “discriminatorios”. Christian Voice, comete “el delito” de predicar la doctrina cristiana sobre la homosexualidad y calificó en febrero pasado de “blasfemo” un programa de la BBC que involucraba a la Sagrada Familia, que nos abstenemos de comentar.
Lo mismo ocurrió, según Life-Site con el Royal Bank de Canadá que rehusó abrir una cuenta a la Coalición pro-vida por su oposición a los llamados “Gay Games”.

Una justa defensa
Nos preguntamos si no ha llegado la hora que los católicos, los cristianos, y todos los hombres de buena voluntad nieguen su apoyo económico a empresas de todo tipo, por ejemplo a los laboratorios, y especialmente a los medios de comunicación y/o programas de radio y TV que promueven la cultura de la muerte, aún a costa de perder ganancias, favores, consideración social o incluso donaciones para supuestas obras de bien. Y no sólo se trata de no propocionarles medios materiales, sino de no darle espacio a los profetas del nuevo orden en nuestras propias instituciones (vid. NG 711 y sus referencias).
Tratando de ser coherentes, pensamos que esa hora llegó hace mucho tiempo, pero entre unos y otros, preferimos mirar para el costado. Dar espacio y/o solventar al enemigo declarado, y también al emboscado -los “indefinidos”- históricamente siempre se ha llamado traición. No se puede servir a dos señores

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